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No quería que ninguno perdiera

Francamente, antes de empezar el partido de esta increíble final de Wimbledon no me apetecía ver ganar a ninguno de los dos contrincantes. Creo que las razones son obvias.A medida que fue avanzando el encuentro, sin embargo, sobre todo en los últimos juegos del quinto set, no me apetecía ver perder a ninguno de los dos.

Nosotros hemos vivido situaciones similares y sé lo dolorosas que son este tipo de derrotas en las que el marcador está ajustado hasta el último momento y la victoria puede caer en cualquier lado. Recuerdo la derrota en Wimbledon también en cinco sets ante Federer y las dos finales de Australia, una ante Novak y la otra ante Roger, ambas también en cinco sets.Esta vez lo siento, de verdad, por Roger. Sé cómo se debe sentir después de haber desperdiciado dos bolas de partido con su servicio y, en este momento, se me hace duro escribir estas líneas pensando en él. No sé qué convenía más a nuestros intereses pero, tal y como se ha desarrollado todo, no deseaba para nada su derrota.  Ambos contendientes demostraron por qué están entre los mejores de la historia. Federer, una vez más, ha demostrado que los años no pasan para él y Djokovic que es un luchador incansable.

 El partido ha tenido todos los ingredientes para ser considerado uno de los mejores de la historia. Hubo fases de altísimo nivel, golpes espectaculares, sobre todo por parte de Roger, y emoción e incertidumbre hasta el final. Vimos cómo un gran campeón como Federer también sufrió momentos de duda cuando el partido se le puso totalmente de cara hasta el punto de que le costó el encuentro.

 En esta final, como todas las que están disputando ellos dos junto con Rafael, no solo está en juego el trofeo sino también cuál de ellos tres acabará su carrera con más títulos del Grand Slam. 20, 18 y 16. El casillero está muy ajustado a pesar de que hasta hace unos años pensábamos que era, si no imposible, muy difícil alcanzar a Federer. Hoy está todo más en el aire que nunca. Y esto me lleva a una consideración que va más allá de los recuentos. Son los tres, Novak, Roger y Rafael, los que conjuntamente están contribuyendo a que la actual sea una época dorada del tenis masculino que difícilmente se podrá repetir. Cada uno de ellos se entiende y se valora mejor en comparación con los otros dos y son los tres juntos los que están engrandeciendo nuestra disciplina y el deporte en general.

 Su entrega, su pasión, su compromiso y su entereza en los momentos difíciles deberían ser dignas de admiración y modelo a seguir por los jóvenes que intentan dedicarse a esta disciplina o que, simplemente, buscan espejos en los que mirarse o actitudes en las que inspirarse.

Los amantes del tenis somos afortunados de poder disfrutar el momento actual —circunstancia personal aparte— y creo, además, que sea cual sea el jugador predilecto de cada uno de nosotros, todos deberíamos apreciar el momento que estamos viviendo.